Daniel Cuéllar / SEVILLA

En la localidad sevillana de Aznalcázar se encuentra el bar de tapas «No Ni Na», un lugar de obligada visita, para todo el que visite la localidad, y es que con su cocina, demuestra que la innovación no está reñido con lo tradicional. Tanto es así, que la idea de los empresarios Francisco José Ramírez Manfredi  y Ana Colchero Rodríguez, ahora pretende salir a franquicia durante este nuevo año, para así, transmitir la esencia del buen comer, por los pueblos de la provincia.

Francisco José es de Aznalcázar, y aunque es ingeniero técnico agrícola, por necesidad desde bien joven tuvo que trabajar en el mundo de la hostelería, circunstancia que más tarde le llevó a montar un primer negocio en la piscina municipal del pueblo, y de esa necesidad nace en él una auténtica pasión.

Tras dos años con el negocio, deciden trasladarse al centro del pueblo, en la calle principal. «Empezamos como una cervecería, con un presupuesto muy pequeñito y un mobiliario básico de Ikea, y el trabajo constante de unas 14 o 15 horas diarias de trabajo de investigación, de cursos y de formación, nos ha dado el resultado que hoy estamos obteniendo», comenta Francisco José.

Numerosos congresos culinarios, además de visitas a otras ciudades para conocer el comportamiento de las mismas, marca la diferencia con otros establecimientos. «La relación calidad-precio en la cocina es nuestro fuerte, y todo el mérito lo tiene mi mujer, Ana, que tiene un don especial, ya que con ingredientes muy habituales es capaz de elaborar grandes platos», comenta el empresario.

La carta del local se compone de una veintena de platos, que alterna lo tradicional con lo  y innovador, y es que al encontrarse en un pueblo tan pequeño, «tenemos muchos clientes que son fieles a los platos de siempre», comenta Francisco José.  Platos tan originales como un Canelón de Pato, la ensalada «Cleo», el Bambú de bacalao y piñones con crujiente de queso, una Lasaña de Salmón o la Tosta de Solomillo y Foie son los protagonistas en las mesas del «No Ni Na», al que acude público, en su mayoría joven, aunque son deleitados por personas de todas las edades.  «Es un bar de tapas al que evidentemente viene mucha gente del pueblo, pero en su mayoría recibimos clientes de pueblos vecinos como Pilas, Benacazón o Villamanrique, además de Sevilla capital, y durante los fines de semana tenemos un lleno completo en el local», comenta Ana.

Ana tiene hecho hasta quinto de FP en hostelería, pero sin embargo no siente que haya aprendido el oficio a través de sus estudios, porque reconoce que el último año -que es el más práctico- ni siquiera llego a pisar una cocina, ni estrenar el uniforme. «Mis cuchillos los estrené el día que empecé a trabajar aquí», cuenta.

La peculiaridad de Ana, según su marido es que «es como Beethoven, que componía sin música, ya que ella crea sus platos, auténticas obras, sin probarlos, porque no le gusta nada», comenta orgulloso Francisco José. Es por ello que este año ha comenzado el curso «Cook Storming» de un año de duración, donde aprenderá a un nivel mucho más profesional, el mundo de la cocina. Esta iniciativa fue propuesta por Francisco José, quien asegura, «si es capaz de elaborar esta carta con los platos estrella que tiene, sin tener una formación de base adecuada, si se forma en condiciones podrá además innovar en todos los campos y desarrollar todas sus habilidades culinarias, porque es un diamante en bruto», asegura el empresario.

El tema de la franquicia surge gracias a una conversación con Juan Antonio Sánchez Marcelo,  que será el encargado de lanzar este negocio a franquicia. Más de 15 años dedicado al mundo de la franquicia de todos los sectores, avalan su trayectoria. «Reconozco que lo fundamental para que un negocio pueda funcionar como franquicia es que haya predisposición por parte de los empresarios, y en este caso la hay. Además dispone de una cocina muy operativa, además de llevar un orden muy estricto y una buena organización. Otra de las ventajas es que no se necesita un cocinero profesional, ya que aquí se dedican muchas horas a la pre-elaboración, y en la cocina lo único que se lleva a cabo el montaje», comenta Francisco José.

Más de un año llevan trabajando de forma conjunta en lo que será un gran proyecto, pese a que «una franquicia es algo muy delicado y muy complejo ya que se trata de transmitir la esencia de un negocio y controlar que se mantenga pero lo más importante que he visto en ellos son las ganas y la ilusión de llevarlo a cabo y creo que eso es fundamental para que este proyecto funcione. Otro de los factores que influyen positivamente en la creación de la franquicia es la disposición de una carta muy variada y original que les diferencia del resto, con una elaboración muy básica, por lo que da mucha agilidad en la cocina. A ello hay que sumársele que es muy favorable el hecho de que esté funcionando en un pueblo tan pequeño como Aznalcázar, ya que de funcionar ahí puede funcionar en cualquier lugar», comenta Juan Antonio.

Por ello la idea de negocio ahora mismo es montar una franquicia con una inversión reducida para lanzarlo a localidades pequeñas de entre 20000 y 30000 habitantes, donde no van otros grupos ya que hay un potencial de mercado.