Daniel Cuéllar / SEVILLA

Aunque han pasado dieciséis años desde el desastre de la Presa de Aznalcóllar, ese recuerdo perdurará en la memoria de todos los andaluces, y más aún, en la de los agricultores de las zonas colindantes, que fueron los más afectados por el accidente ecológico que puso en peligro al entorno de Doñana.

El Preparque Norte de Doñana abarca toda la ribera bañada por el río Guadiamar, y las localidades de Aznalcóllar, Olivares, Sanlúcar la Mayor, Benacazón, Huévar del Aljarafe, Aznalcázar y Villamanrique de la Condesa. Tras la catástrofe, se llevó a cabo un importante proceso de rehabilitación de la zona afectada por el vertido tóxico, creando un nuevo espacio dedicado para el esparcimiento de los vecinos, con la construcción de una senda que conecta todos los municipios: es el denominado Corredor Verde del Guadiamar.

Actualmente estos espacios conforman un gran ecosistema formado por la flora y la fauna autóctonas. En Sanlúcar la Mayor se encuentra el Área Recreativa de Las Doblas, un lugar idóneo para realizar barbacoas, y rutas a pie o en bicicleta, atravesando una larga pasarela sobre el lago, que fue construido de forma artificial para el proyecto del Corredor Verde.

Con más de 108.000 hectáreas, el Parque de Doñana es uno de los espacios naturales más importantes de la Península, y en él se pueden observar más de 300 especies diferentes de aves europeas y africanas cada año, a ser un lugar de paso, cría e invernada para muchas de ellas.

Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1994, este año, Doñana se encuentra a la espera de formar parte de la Lista Verde de las zonas protegidas del mundo, un reconocimiento elaborado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que pretende reconocer la gestión de las reservas del planeta, y del que ya forman parte otros espacios como el de Sierra Nevada, en Granada.

Por el momento, una de las principales amenazas que podría desbancar a Doñana de este reconocimiento es la falta de una normativa sobre el uso del agua para la agricultura, y su actual descontrol, para el cual, la Junta carece de un plan definitivo; por otra parte, existe un proyecto de extracción y almacenamiento de gas en el subsuelo del espacio protegido, en el que Gobierno ha dado luz verde para que se lleve a cabo el proyecto. A ello se le suma la cercanía del polo químico de la ría de Huelva y la dispersión urbana de las localidades de Mazagón y Matalascañas, que se encuentran dentro del Parque.

Más de una década y media de cambios que han condicionado a este territorio de naturaleza, por un desastre que podía haberse evitado, según indicaron algunas personas que habían trabajado para la empresa. Pero si en algo coinciden en la actualidad científicos y ecologistas es que Doñana ya se ha recuperado.