D.C. / CÁDIZ / HUELVA  – Foto: National Geographic

Un grupo internacional de investigadores, junto con el respaldo de la National Geographic Society de Estados Unidos, dice haber encontrado indicios de que la Ciudad Perdida de la Atlántida, mito que viene fascinando desde hace 11.000 años, se encuentra justo bajo las marismas del Parque Nacional de Doñana. Desde esta hipótesis, la asociación «El Burrito Feliz» está dando a conocer la zona, mediante excursiones en burro, hazaña que ha despertado el interés desde Rusia.

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La Ciudad Perdida en Cádiz (N.G.)

El equipo de arqueólogos y geólogos que está dirigido por el profesor americano Richard Freund ha invertido varios años de trabajos con la ayuda de distintas fotografías de satélite, además de radares capaces de penetrar la tierra, cartografía digital y tecnología submarina. Y de acuerdo a sus conclusiones, narradas para la televisión en un documental especial emitido, la Atlántida. con su peculiar diseño circular, estuvo situada al noroeste de Cádiz.

El profesor Freund también ha confirmado que el final de esa ideal ciudad vino en forma de un cataclismo de la naturaleza: un terremoto y un brutal tsunami como el sufrido hace algunos años por Japón. De acuerdo a las explicaciones ofrecidas por el académico de la Universidad de Hartford, en Connecticut, «resulta bastante difícil entender que un tsunami puede arrasar hasta más de 90 kilómetros tierra adentro pero de eso, más o menos, es de lo que estamos hablando».

«El Burrito Feliz» impulsor del proyecto

También un prestigioso equipo de la Universidad de Huelva trabajó en dicho estudio y ratificó la gran posibilidad de una Atlántida en Doñana, lo que proporcionó una base científica a la propuesta. Esto dio lugar a que la asociación medioambiental hispano-británica «El Burrito Feliz» decidiera poner en marcha actividades de visitas a dicha zona, acompañados de burros para evitar alterar el medioambiente, lo que dio lugar al proyecto «Doñana-Atlantis Project», iniciativa por la que la prensa rusa ha demostrado su interés, y ello lo avalan más de 11 revistas y magazines turísticos rusos, que ya han dado espacio al proyecto.

Para la británica Wendy Clements, vicepresidenta de la asociación, este enorme interés de los medios genera muchas expectativas.«Es curioso que Doñana-Atlantis Project  haya obtenido este éxito en Rusia donde tenemos constancia que, prácticamente, nadie conocía esta zona de la España natural ni su entorno. Es por ello que nos alegramos del beneficio colateral para el Parque de que su prestigio exterior se dispare gracias a nuestra iniciativa», asegura.

Añade la británica que se han puesto «manos a la obra» para que su web sea traducida al ruso y de esta forma potenciar la atención de los interesados de este enorme país. La web de la Asociación www.asociacionelburritofeliz.org está creciendo numerosas visitas de todo el mundo y actualmente se acerca a las 300.000 visitas. «La Atlántida tiene mucho tirón y Doñana comienza a ser más conocida fuera de las fronteras españolas», aseguran desde la asociación.

Pasadizos bajo el subsuelo

Como respaldo a estas hipótesis, los investigadores señalan la existencia de restos de otras «ciudades monumento» construidas siguiendo el peculiar trazado circular de la Atlántida. Obras situadas en otras partes de España y atribuidas a supervivientes de la destrucción de la mítica ciudad descrita en las cercanías del estrecho de Gibraltar. De acuerdo las explicaciones del profesor Freund, el lugar identificado en Doñana, que resulta accesible solamente durante un mes de verano, «es el mejor candidato posible nunca descubierto con la mayor cantidad de evidencias» en comparación a otras alternativas en otras partes del mundo.

El equipo patrocinado por la National Geographic ha anunciado su intención de volver para realizar excavaciones tanto en la zona del Parque de Doñana como en las misteriosas réplicas detectadas más hacia el centro de España. Entre las evidencias presentadas figuran estatuillas que se remontan a la edad de bronce y una serie de mediciones que indican la existencia en el subsuelo, bajo varios metros de agua y barro en la desembocadura del Guadalquivir, de estructuras que podrían ser canales y zonas de uso comunal.