Daniel Cuéllar / JAÉN

Martos es un municipio perteneciente a la comarca de la Sierra Sur de Jaén. Con casi 25.000 habitantes, es uno de los núcleos poblacionales más importante de Jaén. Popularmente Martos es conocida como la Ciudad de la Peña,  y es que los orígenes de Martos se remontan a la prehistoria.

El desarrollo de un pueblo en una localización como ésta, se debe sin duda a la existencia del núcleo coordinador de población durante toda la historia marteña, la Peña. Su situación estratégica, la existencia en sus inmediaciones de fuentes naturales de agua así como de manantiales, unido a la defensa natural que ofrecía, fueron los factores determinantes que propiciaron el asentamiento humano a sus faldas. A pesar de esa propia defensa que ofrece la Peña, las diferentes civilizaciones que han ido pasando por este asentamiento humano, han ido reforzándola con nuevas construcciones defensivas.

Existen evidencias que ponen de manifiesto que los primeros vestigios de ocupación humana corresponden al paleolítico, sin embargo, la información disponible de este periodo es muy escasa y fragmentaria, debido a que sólo se han descubierto determinadas piezas de material lítico como una punta musteriense, de buena calidad, o una raedera convergente, encontradas en zonas cercanas a la actual Martos.

A partir del siglo V a. C., se produjo una concentración de la población en núcleos fortificados, los «oppida», será pues en la época íbera cuando se configura como una compleja ciudad conocida con el nombre de Tucci. La constancia de la complejidad estructural de esta ciudad, se debe a los numerosos restos arqueológicos encontrados, y al testimonio de historiadores. Se han encontrado importantes necrópolis en torno a la Peña, como la del «Sapillo» y la de «Santa Isabel», de las cuales se conservan numerosas muestras arqueológicas, la mayoría de ellas expuestas en el museo arqueológico del colegio San Antonio de Padua.

Durante la dominación romana de la península ibérica, la antigua ciudad íbera de Tucci fue convertida en colonia, su organización se llevó de la misma forma que se realizaba en la ciudad de Roma. La colonización de Tucci fue llevada a cabo en la época imperial, bajo el mandato del emperador César Augusto, recibiendo el nombre de colonia Augusta Gemella Tuccitana. Se conservan numerosos restos de esta época hallados dentro de la propia ciudad, y en sus inmediaciones que corresponden a villas romanas, mosaicos, monedas, cerámica, armas, o retratos en mármol, siendo los más importantes la colección de lápidas con inscripciones romanas expuestas en la fachada de la casa consistorial de Martos.

Inscripciones que se conservan en la fachada del Ayuntamiento

Inscripciones que se conservan en la fachada del Ayuntamiento

Durante el bajo Imperio romano, Martos fue sede episcopal, y continuó siéndolo durante la época visigoda, hasta la conquista musulmana, es en esta época cuando el cristianismo alcanza sus más altas cotas de poder, así como su introducción en las estructuras administrativas de la ciudad. El desarrollo de la ciudad continuó en el interior del recinto amurallado, de esta época, los restos más importantes hallados en la ciudad, son los de un sarcófago paleocristiano, que data de los años 330 a 340, y que se encuentra en el museo de Jaén.

En el año 711, terminó la monarquía visigoda en la península ibérica, y se produjo la conquista islámica de ésta, Martos, o Tuš, como la llamaron los árabes, se configuró desde el siglo IX como una de las plazas fronterizas más disputadas, por sus fértiles tierras, su posición estratégica y su facilidad defensiva, será así como la ciudad adquiere un especial carácter defensivo, que dejará un importante castillo situado en lo alto del principal emblema marteño, su peña, que es circundada por todo el pueblo; conocido como castillo de la Peña, así como las murallas y torreones del castillo bajo o castillo de la Villa, que defendían la ciudad. En el siglo XI al desaparecer el califato, y quedar Al-Ándalus dividida en más de 30 reinos, Martos formó parte de la taifa de Granada qué, en 1078, el emir Abd Allah la cederá al taifa de Sevilla.

Interior del Castillo de la Villa, ahora reconvertido en museo

Interior del Castillo de la Villa, ahora reconvertido en museo

Fernando III el Santo firmó un pacto con Al-Bayyasi (emir de Baeza), mediante el cual, a cambio de la ayuda cristiana frente a sus enemigos, el árabe le entregaría diversas localidades, así Martos y Andújar le fueron entregadas en 1219, y en 1228, la donará al señorío de la orden de Calatrava, con el objetivo de defender la franja entre Jaén y el sur de la provincia de Córdoba. Martos se convirtió entonces en la ciudad más importante que la orden poseía en el alto Guadalquivir, una de las mayores defensas frente al reino de Granada, siendo objeto de conquista en varias ocasiones. Por todo esto, en el siglo XIV verá reforzadas sus defensas, tanto las de la fortaleza alta, como las de la fortaleza urbana, quedando configurada como un bastión inexpugnable.

Ya como ciudad cristiana, Martos, se reorganizó en barrios o parroquias, a partir del siglo XIII la ciudad adquirió un gran esplendor, sobre todo con la construcción de sus dos templos principales en el punto más alto, el de Santa María de la Villa, y en el centro de la ciudad, la Real Iglesia de Santa Marta dedicada a la patrona de la villa. En el año 1489 finaliza la etapa de la villa de Martos como cabeza de la orden de Calatrava, al morir el último maestre de la orden, Alonso de Cárdenas, la administración pasó al rey Fernando el Católico, comenzando así un periodo de estabilidad y expansión económica que propició un notable aumento de población por los colonos castellanos atraídos por las posibilidades agropecuarias de la zona, y por la llegada de la población morisca vencida en las Alpujarras.

Campanario de la Iglesia de Santa María

Campanario de la Iglesia de Santa María

El siglo XVI fue importante y significativo en el desarrollo de la villa ya que en ella se produjeron grandes cambios que configuraron su imagen moderna. A este desarrollo contribuyeron diferentes personalidades como el corregidor Pedro Aboz y Enríquez, el humanista Diego de Villalta y el arquitecto Francisco del Castillo, lo que este siglo supuso una etapa de expansión económica, social y de estabilidad institucional. En referencia a la economía, se produce una gran impronta agraria y ganadera, con dehesas, monte bajo, encinas, chaparros, o quejidos, todo esto unido a la trilogía mediterránea de la vid, cereal y olivo.

El arquitecto Francisco del Castillo es uno de los materialistas de la transformación de la villa, en 1558 le fue encargada la remodelación de la fortaleza baja o de la villa; a esto le sucedieron trabajos como la ampliación y remodelación de las iglesias de la Villa y de Santa Marta, así como la construcción de sus campanarios, pero sin duda, su principal trabajo en la villa, fue la construcción de los edificios civiles del pilar de la fuente nueva, la hoy desaparecida fuente de Neptuno, y el edificio de la antigua cárcel y cabildo. La Plaza de Santa Marta, con la Real Iglesia de Santa Marta, la fuente de Neptuno, y la cárcel y cabildo, se configuró como centro neurálgico de la villa, en torno a este centro surgen nuevas calles y barrios, y sobre todo, de la proliferación de numerosos conventos de franciscanos, clarisas, y trinitarias, junto al hospital de la orden mendicante de San Juan de Dios. En el siglo XVII se produjo la consolidación del desarrollo y expansión de la villa y de las órdenes religiosas. El crecimiento urbanístico de las casas-palacio y solariegas, se producirá en torno a las calles la fuente y las huertas, condicionado por el arroyo de la fuente de la villa.

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX se produjo un gran desarrollo demográfico, urbano y arquitectónico. A este desarrollo contribuyó en gran parte el desarrollo del olivar. Este desarrollo del olivar vino acompañado con la llegada del ferrocarril a la ciudad en los años 1990 del siglo XIX. El ferrocarril, y la carretera N-321 de Úbeda a Málaga, fueron las dos principales vías de exportación del aceite de oliva. Así surgió la nueva burguesía, y el nuevo trazado de la ciudad, con grandes avenidas, rectas, y trazado regular, pero sin abandonar su dependencia al desnivel causado por la Peña. La desamortización de Mendizábal también provocó el reparto de huertos y propiedades, antes pertenecientes a la iglesia católica.

Los ejes fundamentales de expansión en esta época, son la calle Real y Albollón, y el centro de la ciudad se traslada a la recién creada Plaza de la Fuente Nueva, en torno a estos lugares, se edificaron casas señoriales de tipo historicista, así como otras viviendas rodeadas por jardines y verjas, y en muchos casos acompañadas por su propia fábrica de aceite. El estilo arquitectónico utilizado en las viviendas es el conocido como eclecticismo historicista, así como el modernismo y el regionalismo andaluz, proporcionando un catálogo de edificios singulares que nos hablan de la riqueza económica y artística que disfrutó la ciudad.

Uno de los edificios más singulares de la época modernista

Uno de los edificios más singulares de la época modernista

El siglo XX fue una época de continuación del desarrollo urbanístico, en 1924 se redactó un «plan de ensanche», la población continuó en aumento hasta la mitad del siglo. Tras la guerra civil española, que también afectaría a la ciudad, se creó la Dirección General de Regiones Devastadas, mediante la cual se reconstruye la Iglesia de Santa María de la Villa, la Iglesia de San Amador, y se construye el Mercado de Santa Marta en el antiguo solar del convento de las Claras.

En los años 1950 y 1960, se produjo un fuerte descenso de población, provocado por la emigración, por lo que la expansión de la ciudad también se frenó. A partir de los años 1960 se construye el parque municipal «Manuel Carrasco», la piscina municipal, el teatro y la plaza de toros, por lo que la ciudad empezó a expandirse por la carretera de Alcaudete, Avenida de la Paz y Paseo de la Estación, extendiéndose en los últimos años la expansión de la ciudad por la vega, por el sur, y por la zona del polideportivo. En la actualidad, el desarrollo urbano, social y demográfico de la ciudad, provocado por el cultivo del olivar, se ha visto incrementado con la gran industrialización a la que la ciudad se ve sometida. No en vano, Martos es considerado como uno de los principales núcleos industriales de Andalucía.

Vista de la expansión de la ciudad durante el s. XX

Vista de la expansión de la ciudad durante el s. XX

Como dato curioso, a la par de inexplicable, siendo una de las primeras ciudades españolas a las que llegó el tren, actualmente la ciudad no cuenta con ningún servicio de ferrocarril, sin embargo hasta los años 1980 la ciudad contó con estación propia con el llamado Tren del Aceite (donde en uno de sus apeaderos se realizan actividades de turismo astronómico), que unía Jaén con Campo Real (Puente Genil, Córdoba), que permitió gracias al ramal Jaén-Espeluy, unir dos puntos del itinerario Madrid-Málaga. Debido al abandono y falta de mantenimiento, la línea fue decayendo hasta ser completamente desmantelada el día 31 de diciembre de 1984. La estación de ferrocarril (Adif-RENFE) más cercana es la estación de Jaén, situada a 25 km de Martos, conecta la capital provincial con otras capitales como Madrid, Córdoba, Sevilla y Cádiz. La estación de Jaén verá incrementada su importancia con la puesta en marcha de la futura Línea de alta velocidad Madrid-Jaén.