Daniel Cuéllar / SEVILLA

En uno de las zonas más emblemáticas de la capital hispalense, el barrio de la calle Feria, se encuentra el Bar Sacramento, un lugar entrañable y cercano, para degustar una cocina tradicional, hecha con todo el cariño que Jorge Manrique García López,  pone en los fogones y los peroles, y que además es apta, en su mayoría, para personas celíacas.

Jorge lleva casi toda la vida dedicado a la hostelería, de hecho, sus conocimientos los ha adquirido en la Costa del Sol, concretamente en la Escuela de Hostelería de Torremolinos. «El último sitio donde estuve trabajando antes de montar mi propio negocio, fue en El Pitacasso,  junta al mercado gourmet de la calle Feria, un local especialista en pitas y falafel», comenta Jorge. El bar Sacramento lleva abierto más de dos años, y su dueño reconoce que «para montar el negocio le tuve que pedir un préstamo a mi padre».

Lo que hoy en día es el Sacramento, hace varias décadas fue una antigua taberna llamada «El Alemán» o «Selva Negra», pero hace mucho más tiempo, lo ocupó una tienda de ultramarinos que vendía productos a granel, llamada «El Serafín». «Hace unos meses llegó un hombre muy mayor diciendo que había nacido aquí», cuenta el joven empresario.

Cuando abrió el bar Sacramento, «el local fue adecuado a las necesidades que yo tenía, con un estudio previo de mercado, sabiendo que el producto que yo iba a vender no existía en la zona, y es que no hay nada al azar», cuenta Jorge Manrique.

Su plato fuerte es el huevo frito con chorizo, y el lomo «Sacramento», que es un lomo al estilo de cómo se cocina en los pueblos de los montes de Málaga, utilizando la manteca «colorá». Es precisamente este plato, el que ha obtenido el primer premio en la Ruta de la Tapa de calle Feria en el año 2015.

La carta apenas se compone de una veintena de tapas, pero así lo ha querido Jorge, que reconoce que no quiere más, porque «soy de los que piensa que más es menos. He querido salir de la monotonía en la que en todos los locales se repite la misma carta», asegura.

Otro de los defectos que más observa en los restaurantes de hoy en día, es que no saben decorar un plato, y que en ocasiones, la decoración sobra. «Es como si en Málaga a un espeto se le añadiera vinagre caramelizado… ¡No me toques los huevos!», exclama, y es que con razón… pues los que Jorge utiliza, son camperos y de la mejor calidad.

Platos tan de casa como son tomates aliñados con aceite, vinagre, sal gorda y un poco de orégano, o una ensalada con cogollos de lechuga, son los que más solicitan los clientes del bar Sacramento. «Una tapa muy curiosa y también demandada, es la tapa de ajos fritos, algo tan simple que no se encuentra en ningún lugar, y es que hay muchos clientes que me confiesan que tienen que desplazarse hasta los pueblos de la sierra para poder degustar estos productos», comenta Jorge a TROTAMUNDO.

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Carta del bar Sacramento

La ventaja que ofrece Sacramento es la de poder tomarte una tapa, a un precio asequible, con una atención al cliente inmejorable, ya que para Jorge es algo fundamental, el hacer que el cliente se sienta como en casa y que no le falte nada.  «En Sevilla hay mucho que aprender  en lo que respecta al trato con el cliente, porque se han ido perdiendo las maneras, y hoy en día los hosteleros no entienden que el cliente no sólo paga un producto de calidad, sino también un servicio adecuado», comenta.

Productos para celíacos

Uno de los puntos fuertes en el Sacramento es la cocina destinada al público celíaco, que además viene especificado en la carta. «Este pequeño detalle marca la diferencia y nos ha hecho posicionarnos como un lugar donde se ofrece una cocina idónea para celíacos, en la que cuidamos hasta el más mínimo detalle, trayendo incluso un pan especial para celíacos, que recibimos de la panadería ecológica de L’Andalusí, en Sanlúcar la Mayor», cuenta Jorge.