Daniel Cuéllar / SEVILLA

Indiscutible sería decir que Utrera es uno de los pueblos más bonitos del Sur, al igual que los dulces de Cordero, una de las mayores delicias del mundo. Y no es para menos, ya que esta confitería tiene historia.

La Confitería Cordero, nace en el año 1935, un año antes de que estalle en España la Guerra Civil. Mariló, Marisa y Jesús Cordero son la tercera generación, y actualmente regentan el local.

El nombre original de la confitería era el de Nuestra Señora de Consolación, como la Patrona de Utrera, «pero como mi abuelo José se apellidaba Cordero, y aquí todos nos conocemos por el apellido, al final le quedó el nombre de Cordero», comenta Mariló.

José Cordero comenzó trayendo tortas de Málaga, Granada y otros lugares, «según lo iban destinando, hasta que pronto comenzó a investigar cómo empezar a fabricar nuevos productos». Así se empezaron a comercializar mostachones, pasteles, madalenas, tortitas, o pan de higo, que «actualmente ya no lo hacemos».

«Después de mi abuelo, retomaron el negocio mis tías y mi madre, la segunda generación, y fue aproximadamente hace 35 años cuando se introdujo la nata como ingrediente principal en la pastelería, que junto con la crema, dieron una vuelta de tuerca a la repostería existente hasta el momento».

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Segunda Generación de Cordero

Y es que Cordero no sólo fue una de las primeras pastelerías de Utrera, sino que fue la pionera en introducir la nata como variante, en el municipio. Por ello se le considera a día de hoy a Cordero, especialista en nata. Surgen así los mostachones con nata, con un toque totalmente diferente, y con el que nadie había innovado hasta ese momento.

A día de hoy, los hermanos Cordero reciben visitas de clientes de diferentes lugares del planeta, aunque aún no han comenzado a exportar sus productos. «La exportación resulta muy difícil para lo que no sean los mostachones y las bizcotelas, ya que el producto estrella con el que tratamos es la nata, y es un ingrediente muy delicado para los cambios de temperatura, por lo que el género no llega en condiciones. Lo hemos intentado en distintas ocasiones, pero el resultado no ha sido el esperado», se lamenta Mariló.

Si algo caracteriza a Cordero, es el trato familiar que se da a todos los clientes que visitan la confitería. «En ocasiones sabemos los gustos de nuestros clientes, y ellos mismos nos aconsejan sobre un producto u otro, por lo que nos sirve de orientación para mejorar, según los gustos de las personas», comenta Marisa.

En el obrador trabaja Jesús, junto con otras cuatro personas. Él es el que más madruga, ya que empieza a trabajar en torno a las cinco y media de la mañana. La fabricación de pasteles se hace diaria, y se va elaborando según demanda. También realizan trabajos por encargo, «así en una ocasión tuvimos que elaborar una tarta gigante para mil personas, que tuvo que venir incluso un camión para podérsela llevar», cuentan las hermanas Cordero.

Ahora que llega el carnaval, «hay gente que se disfraza de corderitos, con nuestras cajas, y este año no descartamos el disfrazarnos nosotras también», bromean.

El establecimiento cuenta con una serie de reconocimientos, entre los que destacan el Diploma de Honor a la Calidad, la Tarta de Oro Internacional y el Máster Internacional de Empresas. Pero es sin duda la amistad y el buen hacer de las cosas, unido a la ilusión y el empeño de su equipo, lo que hace verdaderamente de Cordero un lugar diferente.