Carmen Basteiro / ASTURIAS

El concejo de Aller es negro, de la mina, y verde, de la naturaleza. Es la tierra de contrastes y la gran desconocida para muchos. Pocos saben de su riqueza arquitectónica, su ambiente nocturno y su gran oferta para el turismo. En extensión, es uno de los primeros municipios de la región pero su población supera, por poco, los 13.000 habitantes.

Por su orografía, el concejo de Aller se divide en la zona baja y la zona alta. Es en la parte baja donde aún se conservan los vestigios de la mina. Actualmente, tan sólo el pozo Santiago sigue abierto, pero la mina de San Antonio sigue viva, aún estando cerrada. Los dos pozos fueron las principales explotaciones en el concejo y se separan por poco más de un kilómetro, el primero en Caborana y el segundo en Marianes, entre Moreda y Villanueva.

El encanto arquitectónico, sin embargo, se concentra más arriba, más cerca del Puerto de San Isidro, una de las salidas del municipio hacia la meseta. La iglesia románica de San Juan de Riomera, en Santibáñez de la Fuente, es “la joya de la corona” para los alleranos. Se trata de una construcción medieval que, según la historia, se trasladó desde Riomera hasta Santibáñez de la Fuente, allá por el siglo XIII, por razones que se desconocen. Fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC) y se adorna con un texu, de la misma época, protegido como Monumento Natural.

En este momento, la iglesia se encuentra en obras, con una actuación de reforma integral que le costó a la Consejería de Cultura cerca de 700.000 euros. Todo vale, para salvar uno de los templos más enigmáticos del concejo, sin menospreciar San Vicente de Serrapio, declarado Monumento Artístico-Histórico en 1983, ni la ermita de Miravalles. La construcción, en el alto de Miravalles, en Soto, data de la época barroca y es conocida porque tanto el Papa Clemente XIII como Pio VI concedieron bulas pontificias a la capilla.

Es en este alto donde cada 8 de septiembre los alleranos celebran una de sus fiestas más tradicionales, la Virgen de Miravalles. La romería consiste en una procesión desde Soto hasta el templo, misa solemne en honor a la Virgen y comida campestre. La fiesta de Miravalles marca un “parón” entre las numerosas romerías populares del verano y la fiesta allerana por excelencia, la fiesta de Los Humanitarios.

Cada 11 de noviembre, la localidad de Moreda se viste de fiesta para acoger la romería, declarada de Interés Turístico Nacional hace veinte años. Se trata de un vistoso desfile, donde las carrozas se llaman xandas, la reina de la fiesta se convierte en “Xana” y el ambiente se tiñe del olor a sidra y con las ganas de pasarlo bien. Después de la fiesta de la mañana llega la parada para la comida, a base de fabes, lacón y panchón, postre típico allerano cocinado con pan de escanda, azucar y mantequilla.

Aunque el panchón es la estrella, también son muy típicas en el concejo las casadiellas y los borrachinos. En cuanto a la carne, el municipio de Aller es conocido por sus piezas de caza y en el pescado triunfan las truchas. La gastronomía es un punto clave para atraer el turismo en la zona, no obstante, el concejo celebra citas gastronómicas entorno a la trucha, la miel, la caza y el cerdo.

Sin embargo, el mayor potencial turístico en Aller se encuentra en la estación invernal de Fuentes de Invierno, la más joven de la comarca y todo un revulsivo económico para el municipio. Su cercanía con San Isidro hizo que el número de establecimientos hoteleros en la zona alta del concejo, especialmente en la localidad de Felechosa, se disparara hasta el punto de obligar al Ayuntamiento del concejo a crear un nuevo plan urbano para el pueblo. Es en esta localidad, precisamente, donde se centra la marcha nocturna del concejo.

La actividad, sin embargo, se centra en los meses de invierno, cuando los apartamentos rurales y los hoteles de la zona se llenan de aficionados a los deportes de invierno que viven el día en la estación y la noche en los bares.

Los hay que, aún con el tiempo justo, deciden pasar por los lugares más entrañables del concejo. Entre los pueblos a reseñar, Boo, el Cudillero de las Cuencas por sus casas inclinadas, Cuérigo, conocido por ser una localidad “de cuento” y por las peculiaridades de la cocina tradicional de Ca´l Xabú y, por supuesto, Pelúgano. La localidad, que lleva años optando al galardón al Pueblo Ejemplar de los Premios Príncipe de Asturias, fue la cuna de la reina Doña Urraca, según cuenta la leyenda. Las estrechas calles de piedra de Pelúgano viven una encrucijada contra la cantera que trabaja en las inmediaciones de la localidad, y que ya ha ganado varios pleitos contra los vecinos, que intentan cerrar la explotación.

Con sus líos, con su encanto, con sus habitantes… El concejo de Aller es uno de los más vivos de la región. Tanto es así, que se sitúa a la cabeza de la Montaña Central en número de turistas durante el invierno y consigue mantener su liderazgo, mal que bien, durante el verano. Mientras tanto, entidades, asociaciones, vecinos y visitantes luchan porque el concejo guarde su encanto, con una encarnizada guerra contra el paso de la línea de alta tensión Lada-Velilla por el municipio. Esto ya es otra historia, pero que la batalla no sea en vano. Que Aller no pierda su esencia.