Daniel Cuéllar / SEVILLA / BARCELONA / MADRID

Sevilla acaba de inaugurar su primer mercado ‘gourmet’ en las antiguas Naves del Barranco, junto al puente de Triana. Esta iniciativa que han puesto en marcha ochos socios, entre los que se encuentra el periodista Carlos Herrera y el ex torero Francisco Rivera, abre sus puertas con 20 puestos (aunque uno de ellos aún sigue en obras) dedicados a la alta cocina tradicional y de vanguardia, y con una decoración acogedora.

En este mercado gastronómico con capacidad para 2000 personas se han creado 130 puestos de trabajo directos, y 400 indirectos. Se suma así, a la oferta turística de la ciudad, al igual que otras grandes ciudades españolas como Madrid, con el mercado de San Miguel, o Barcelona con el Mercat de la Boquería.

Es mediodía y muchas son las personas que han venido al Mercat de la Boquería a comprar el pan, los filetes para hacer la comida, algo de fruta fresca o un zumo natural recién exprimido para tomárselo mientras hace la compra. Pequeños bares repletos de gente tomando el aperitivo, con una copa de vino en la mano. Un niño corretea alrededor de su madre enrabietado porque se le ha antojado una golosina, y no es para menos. Allí hay un expositor de unos cinco metros repleto de dulces de todo tipo, bombones de chocolate, pastelitos de nata y trufa… todo un manjar para nuestros ojos.

Curiosa estampa la de la tarde en Madrid, en el Mercado de San Miguel, pues parece un bar típico del centro de la capital. Apenas se puede andar por los pasillos. Y es que la gente está de tapeo, degustando las delicias de sus puestos. “Aquí las croquetas, y más adelante un jamón ibérico del bueno”, comenta Pilar García, una madrileña de mediana edad que vive en el barrio de Lavapiés y que cada domingo se reúne aquí con sus hermanos. Sabe perfectamente que “por unos eurillos más, se come mejor” y que “es costumbre muy sana, venir una vez por semana”.

Si algo tienen en común estos lugares es la gran aceptación por parte de sus clientes, ya que ofertan productos de calidad a precios medianamente asequibles, y sin dejar de perder la identidad de ser los puestos “de toda la vida”.