D. C. / ASTURIAS

Tras veinticinco años de incertidumbre, las obras del último tramo de la Autovía del Cantábrico (A-8) en Asturias han llegado a su fin. El pasado martes 30 de diciembre, se hizo posible la apertura del tramo entre Unquera y La Franca, que ha llevado a los trabajadores a realizar distintos turnos, incluso los días festivos de Nochebuena y Navidad.

Se culmina así, un recorrido de más de 530 kilómetros entre la frontera francesa en Irún, y el enlace con la A-6 en la provincia de A Coruña. No obstante, la A-8 como tal no estará completada en todo su trazado por la Cornisa Cantábrica hasta que en 2015 se ponga en servicio el tramo entre Torrelavega y Solares, en Cantabria, que evitará que los usuarios tengan que desviarse hacia Santander.

Las obras de la Autovía del Cantábrico en Asturias, de unos 230 kilómetros de longitud, se iniciaron en 1989 en el tramo comprendido entre Oviedo y Siero, aunque finalmente dicho trazado quedó fuera de la A-8 tras la construcción como vía de gran capacidad de un ramal entre Gijón y Villaviciosa, inicialmente no previsto en el proyecto.

La autovía que da servicio a toda la cornisa cantábrica arranca como tal en Bilbao en el entronque con la autopista de peaje AP-8, de 118 kilómetros, que enlaza la capital vizcaína con la frontera francesa. En 1995 se completa la conexión entre Bilbao y Santander y, siete años después, se pone en servicio el tramo entre Torrelavega y Unquera, en el límite con Asturias. De esta forma, el trazado desde Francia ya estaba completo por autovía hasta ese punto a la espera de la finalización, aún pendiente, del que discurre entre Solares y Torrelavega.

Tras concluir las obras en Galicia y en la zona occidental de Asturias, será finalmente el tramo que conecta Asturias y Cantabria el último en entrar en servicio tras haber quedado paralizados por la denuncia de una agrupación vecinal de Llanes sobre el presunto falseamiento del estudio informativo del proyecto, diligencias que fueron archivadas a finales de 2003.

Los cerca de 230 kilómetros de la A-8 en Asturias incluyen estructuras de gran complejidad técnica como el viaducto de la Concha de Artedo, en Cudillero, un puente de 1.200 metros de longitud y más cien metros de altura, o túneles como el de Niévares, en Villaviciosa, de más de dos kilómetros de longitud.